Cuando comencé a leer el documento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) donde propone un modelo de desarrollo para la región, la primera primera pregunta que vino a mi mente es si una perspectiva que ve en la productividad ascendente y cuasi infinita como un ideal puede ser la respuesta para los problemas que viven desde hace siglos países como los de América Latina. ¿La desigualdad y pobreza, por ejemplo, pueden ser enfrentadas solamente con un modelo de Estado de Bienestar? ¿Es suficiente? En ese punto, el documento me pareció acrítico. Cuando llegué al apartado sobre la digitalización de la economía -tema que me interesa-, volví a notar la ausencia de una perspectiva crítica. Esa sección genera la percepción de que el modelo de negocio de las grandes multinacionales tecnológicas es el ideal, el punto hacia el cual dirigirnos.
“En marzo de 2021, la industria digital llegó a tener un valor superior a los 30 billones de dólares, que representaron el 29% del valor de mercado de las 5.000 empresas más valiosas del mundo (...). En la actualidad, las grandes empresas tecnológicas, como Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Tencent y Meta, se encuentran entre las más valiosas del mundo en términos de capitalización de mercado” (CEPAL, 2022, p. 46). Esto es verdad, pero… ¿a costa de qué o de quiénes? Dichas empresas no viven únicamente de la creación de líneas de código y desarrollo de software.
Los dispositivos tecnológicos de Apple, por ejemplo, requieren de minerales extraídos de África. O sea: extractivismo de corte colonialista. El crecimiento avasallador de Airbnb expulsa a comunidades enteras de los lugares que solían habitar y sustituye la idea del derecho a la vivienda por la especulación habitacional. Las plataformas como UberEats y Didi Food ofrecen empleos precarios, sin cumplir con el más mínimo derecho laboral. Amazon emitió 51.17 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en 2021.
Aunque el documento habla, de forma muy breve, de marcos regulatorios globales sobre el manejo de datos, no cuestiona el modelo extractivista en sí: “La transformación digital de los sectores industriales requiere de infraestructura de redes de datos, puntos terminales de acceso y aplicaciones para capturar, almacenar y analizar datos que aporten inteligencia a los procesos productivos y de negocios” (CEPAL, 2022, p. 48). El documento no menciona proyectos tecnológicos alternativos y experiencias comunitarias que hay en América Latina y que se alejan de la extracción y comercialización de datos.
La digitalización va avanzando en la región, es cierto, pero habría que problematizar el fenómeno desde una perspectiva crítica de la economía política, y no verla solamente desde el punto de vista del desarrollismo y desde la mirada del norte global.
Fuente
CEPAL (2022). Hacia la transformación del modelo de desarrollo en América Latina y el Caribe: producción, inclusión y sostenibilidad. CEPAL.